La captura en Hermosillo, Sonora, de Ismael “El Mayo” Zambada, y su traslado en “el más puro secreto” al aeropuerto de Santa Teresa, ubicado en El Paso, Texas, EU, por personal de las agencias antidrogas de Estados Unidos y sin conocimiento del gobierno de México, causó estupor a las instancias gubernamentales encabezadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador, el gobernador de esa entidad norteña, Alfonso Durazo Montaño, de la Secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez y del fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero.
Los funcionarios nacionales se enteraron del hecho al día siguiente, miércoles 24 de julio, cuando la noticia se había hecho pública. Las autoridades mexicanas fueron informadas a través de un mensaje de la Embajada de EU en México, con detalles sobre el procedimiento de captura y traslado en una avioneta Cessna 205, piloteada por Larry Curtis. Solamente se reportó un pasajero.
Sin embargo, se afirmó que al aeropuerto de Santa Teresa –a unos kilómetros de El Paso—llegaron dos pasajeros: el mismo Ismael Zambada, y Joaquín Guzmán López, uno de los hijos de Joaquín Guzmán Loera, preso desde hace algunos años en Estados Unidos, por narcotráfico.
En estas condiciones, se desató una ola de especulaciones, tanto por parte del gobierno de López Obrador, como de las agencias antidrogas de Estados Unidos, en particular la FBI, en virtud de que no existe una relación conjunta con la DEA, la otra agencia antidrogas.
Cada gobierno explica las razones y sus repercusiones diplomáticas, sobre todo por lo abrupto de la captura y traslado de los narcotraficantes señalados, pero también por el conocimiento de que el país del norte padece una crisis profunda por el elevado consumo de drogas entre su población, en particular de Fentanilo, con un saldo de personas fallecidas por más de 100 mil aficionados y consumidores consuetudinarios de drogas letales.
Es de señalar que el gobierno de México actualmente, no está combatiendo al crimen organizado, de manera que la detención de “El Mayo” Zambada y de Joaquín Guzmán López en dicho operativo desde el país del norte, es ajeno al gobierno de México, como lo reiteró, en conferencia de prensa el viernes pasado, la secretaria de Seguridad Nacional, Rosa Icela Rodríguez.
En medio de una gran cantidad de opiniones y discusiones sobre la estrategia de captura y traslado del reo más buscado por los gobiernos anteriores de México y de Estados Unidos en la actualidad, Ismael Zambada García, se ha filtrado información en el sentido de que el cuarto hijo de Joaquín Guzmán Loera, convenció a “El Mayo” de entregarse a las autoridades antidrogas de Estados Unidos, y no esperar a que lo busquen y lo encuentren.
Lo anterior, por las relativas facilidades que ofrecen las autoridades norteamericanas a narcotraficantes de poder convertirse en “testigos protegidos”, una vez que apoyen con información “hasta el fondo de los rincones del narcotráfico”, a favor de las estrategias para combatirlo.
Ismael Zambada es llamado “capo de capos”, mismo apodo impuesto a Joaquín Guzmán Loera. Tiene una edad de 76 años y es originario del estado de Sinaloa. Puede afirmarse que es el último de los grandes narcotraficantes “de la vieja guardia”.
Otra especulación se refiere a que Zambada “se entregó”, después de tres años de negociaciones con agentes de la DEA, FBI y otras que operan en Estados Unidos, de manera que, en esta ocasión, no lo califican de captura, sino una entrega, que es lo mismo que un pacto, para poder enfrentar su defensa ante autoridades norteamericanas.
Finalmente, cabe el comentario de que, de parte del Gobierno de México, para nada intervinieron las Secretarías de la Defensa Nacional ni de Marina. Tampoco la Fiscalía General de la República.