Héctor González Amador. Xalapa, Ver.- Familias con 32 años de vivir en el fraccionamiento Xalapa 2000 padecen cada año el riesgo de deslaves durante la temporada de lluvias. Esta vez, la tormenta tropical Alberto, que llegó tras un largo periodo de sequía, provocó los primeros desgajamientos en zonas donde no se han construido muros de contención.
En 1992, cuando los departamentos de Xalapa 2000 se volvieron la nueva opción habitacional de la capital, cada uno costó 33 millones de pesos. A cada familia, con un enganche de 6 millones, en enero de 1992 le dieron el acta de entrega del departamento y las llaves del que sería su patrimonio.
Xalapa 2000 era un proyecto ambicioso que daría viabilidad al crecimiento de la ciudad, sin embargo con el pasar de las administraciones municipales y el cambio de constructoras, su proyecto original fue modificado para construir más viviendas, aunque la infraestructura nunca fue concluida y las empresas nunca respondieron.
FOTOS: DAVIEL REYES
Este año nuevamente decenas de familias esperan que los dictámenes de Protección Civil no les indiquen que deben abandonar sus viviendas, pues significaría modificar su vida y buscar un nuevo patrimonio.
La unidad habitacional que en tramos se llama Xalapa 2000, en otros Nuevo Xalapa y en algunos más Nueva Xalapa 2000, está habitada, en gran parte, por personas de la tercera edad, jubilados que se quejan, pues desde que recuerdan han padecido conflictos administrativos mientras que las constructoras se deslindaron de la responsabilidad por haberles entregado un fraccionamiento sin servicios y con deficiencias estructurales que hoy cobran factura.
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Sí han pensado en dejar su vivienda, pero se preguntan si el gobierno les daría otra, dónde los reubicarían y qué significaría para ellos tener que cambiar de vida luego de décadas de habitar estos espacios, en muchos casos, ya pagados en su totalidad.
El Tlacolulan J es el edificio más afectado por Alberto, por la tormenta tropical y por el paso de los años. Hoy esperan un dictamen que confirme lo que ven a diario, su edificio, como el que estaba a un lado tiene daños evidentes que podrían ponerlos en riesgo ante el pronóstico de lluvias para la región.
En 2015 en Tlacolulan K tuvo que ser demolido porque el daño estructural no permitía que siguiera habitado. Desde entonces la tierra ha seguido cediendo, fracturando así sus banquetas, traspatios e incluso parte del mismo Tlacolulan J que podría correr con la misma suerte que su vecino.
¿A dónde van a ir?
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Es una pena, el gobierno si debe intervenir, reubicación para las familias.